sábado, 2 de junio de 2007

Trazos

Samuel Medina

¿Por qué querría una persona calva cepillarse el cabello? ¿Pero, de qué hablas, cómo podría cepillarse algo que no existe? ¿Cómo que no existe? Pues, has dicho que la persona es calva, o sea, no tiene cabello. Bueno, no era completamente calva. En realidad todavía le quedaba cabello, pero sólo por los lados y atrás; tú sabes, como Padre Tomás. ¿Te recuerdas de Padre Tomás, del colegio? Sí. Pues, más o menos el mismo tipo de peinado. Será falta de peinado. Como sea, la cosa es que me estaba meando. ¿Acaso cambiamos de conversación? No. Lo que sucede es que tuve que ir a mear y da la pata que siempre me lo encuentro en el mismo baño. ¿A quién? ¿Pues de qué estoy hablando? De la posibilidad. No es una posibilidad. Ocurrió. Entré al baño y ahí, otra vez, estaba. ¿Coño, pero a quién viste? Al conserje. ¿El de mantenimiento? Sí. Estaba parado frente a uno de los espejos, observándose mientras pasaba el peine por su cabeza. Seguí como nada y me encerré en uno de los baños con inodoro. ¿Por qué no fuiste al urinal? ¿Qué de importancia tiene la pregunta?Ninguna, sólo que me especificaste que te estabas orinando. Olvídate, digamos que prefiero mear en silencio. La cosa es que cuando terminé y fui a lavarme las manos todavía estaba ahí, siguiendo con el mismo movimiento del cepillo. Con una mano agarraba el poco pelo que le quedaba arriba del cuello y con la otra se cepillaba el tope, donde no le quedaba nada. En otras palabras, se estaba cepillando la piel. Creo que hasta pude alcanzar ver algunas marcas en su cabeza causadas por la presión de las puntas del peine. ¿Y qué pasó? Me paré justo al lado de él y empecé a torcer la llave para que saliera el agua. Aún podía observarlo por el espejo. Trazaba el peine desde su frente hasta el mismo centro de su cráneo. Y luego de lavarme las manos, justo en el momento que me dirigí a buscar papel para secarme, adivina qué. El conserje me estaba mirando, ofreciéndome una pequeña ración de papel. ¿Qué, y cogiste el papel? No. Le dije que estaba bien, que no necesitaba y salí rápido. Ni siquiera le di las gracias. Quizás le caíste bien. Mira, déjate de pendejaces. No, sólo me refiero a que eso no se da. ¿Qué no se da? Que alguien te ofrezca papel para secarte. Por eso digo que tuviste que haberle caído bien. Cállate. Primero que: ofrecerle papel a una persona en un baño es antihigiénico. Tú no sabes cuán asquerosas pudo haber tenido las manos. Y mucho más el conserje, que lo único que hace es bregar con la mierda que le dejan pegada al inodoro. ¿Pero entonces, le negaste el papel por lo extraño de la situación o fue que te dio asco? Ese no es el punto. ¿Y cuál es? Vuelvo. Las personas que no les queda pelo no se cepillan la cabeza. Mejor dicho; no pueden. Claro que pueden. ¿Cómo? Pudo haber sido que se estaba rascando el coco. Imposible. Yo vi cómo se pasaba el cepillo y de la manera que sus ojos aceleraban cada vez que terminaba el movimiento con las manos. Parecía que se iba a venir de la emoción del recuerdo. ¿De qué recuerdo? No sé, será el recuerdo del pelo. Quizás todavía piensa que tiene. ¿Qué dices, que está loco? Yo no creo en la locura. Yo creo que está loco. Ya sé, a lo mejor es como los soldados que regresan de la guerra sin brazos y piernas. ¿A qué te refieres? A pesar que pierden una extremidad sus cuerpos reaccionan como si ese pedazo todavía estuviera ahí, intacto. Sí pero, hay una gran diferencia entre perder el cabello y perder una parte del cuerpo. ¿Qué, ahora el cabello no es parte del cuerpo? Sí, lo es, pero no de la misma manera. Pero nada, digamos que esa sea la razón, ¿cuál es el punto entonces, que los soldaos mutilados al igual que el conserje están locos? Te digo que no es que estén locos, lo que pasa es que no se lo esperaban. ¿Qué no se esperaban? La pérdida. ¿Tan simple? Aparenta ser pero no lo es. ¿Y qué me dices de las pornos con mujeres sin piernas? ¿Pero, con qué tú vienes? Parece que no entiendes la seriedad del asunto. No. No la entiendo. Yo tampoco.

Samuel Medina nació en 1985 San Juan, PR pero a residido toda su vida en la dualidad que es Carolina. Concentra sus estudios en pre-farmacia en la facultad de Ciencias Naturales, Recinto de Río Piedras. Comenzó su vida literaria por los contornos de la poesía hace 3 años. Ha participado en talleres literarios de narrativa y poesía dirigidos por escritoras como Mayra Santos Febres, Yolanda Arroyo y Yara Liceaga. Actualmente transmuta las estructuras y fórmulas moleculares de la página virtual y revista literaria Agentes Catalíticos.

2 comentarios:

BEATRIZ dijo...

jajajaja me encanto!

Rafael dijo...

No entiendo bien la conclusión de tu cuento. Me lo puedes explicar? ^^