jueves, 18 de octubre de 2007

miércoles, 17 de octubre de 2007

Enlace

La Asociación de Escritores Universitarios de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, a través de el pozo de tales se enlaza a la revista literaria El loco/ Le Mat, creada por la Generacion # 41 de la Sociedad General de Escritores de Mexico.

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martes, 16 de octubre de 2007

Sanación

Astrid J. Lugo

Esperé a ver cómo se secaba la herida.
La sangre, seguía fluyendo, al parecer
se habían metido en proceso
pedazos de madera,
le habían amarrado
telas de screen,
musgos de árbol,
y agua salada.
Un edificio se montaba en su grieta,
peones jodían con taladros
justo al salir el sol.
Yo sin dormir, ni tomar café,
esperé
más de lo que se espera usualmente
aun así, no tenía cicatriz.
Traté de coserlo, la presión no dejaba,
salían los coágulos entre los hilos.
Le amarré un torniquete a presión
con tela de lienzo,
me manché la boca por darle besos,
y canté unas cuantas canciones,
le leí un par de cuentos de un villano come golpes donde
saldría triunfante sin dudas
la carne.
Latía insistente,
viscosa de verde era rodeada de piel rosa,
le sacaba la lengua a mis intenciones.
Y tomé, pues,
el mismo puñal que le habría dado vida,
primero, circulé su entorno y le miré contenta,
“aquí terminas” le dije, delirante,
en una ventana del edificio escuché el grito de una mujercita,
minúsculo intento de persuasión.
Le puse la aguja al disco de la quinta sinfonía y
destrocé, siguiendo sus compases,
cada pedazo de piel que tocaba mi daga,
desde el tema hasta la fuga,
salpicaban los cantos de vida ajena en mi cara, en mi sonrisa.
Si no sanas, entonces
mejor muere.

lunes, 1 de octubre de 2007

El pozo

Sergio C. Gutiérrez Negrón

Una vez encontró el pozo no escribió una palabra más.

Se sentaba frente al teclado, estiraba sus dedos sobre él, alineaba los pensamientos frente al paredón, pero el disparo catalizador nunca salía. La página del procesador, al igual que la pared detrás de sus víctimas, se quedaba en blanco, sin una mancha.

Sus ideas, por el otro lado, se denigraban, se oscurecían, se deslizaban lentamente hasta llegar, como culebra empedernida, al borde de aquél pozo, que las llamaba.

Se encontraba él, allí, sin quererlo, sin buscarlo, observando la bruna en la profundidad. Ahogándose en una vorágine que parecía tragedia griega y lo halaba por los tobillos.

Cuando por fin se sentía muriendo, la sombra lo tiraba de vuelta al mundo real, a un charco de vómito, a dos botellas vacías, y a un hijo con su labio inferior roto, y un ojo hinchado. El niño lo miraba, con ojos aguados, y corría, hasta perderse, por el largo pasillo.

En el medio de la noche, se levantaba, se sentaba frente al teclado, acompañado de una taza inmensa de café, y nuevamente estiraba sus dedos sobre las teclas. Veía como el pozo se abría frente a él, respiraba y se lanzaba, intentando buscar palabras.

Entonces, volvía a aparecer en el suelo, sudado, vomitado, con algún familiar mirándolo raro, susurrándose cosas, y sangrando en silencio.

La rutina se repetía. Pero, él no se daba por vencido. Aún no había escrito su gran obra. Regresó al escritorio, con café, con ron, con ganas. Estiró sus dedos, preparó la página blanca, preparó los rifles, apuntó.

Por favor, no lo hagas. Vente a dormir,” le rogó su esposa.

Se puso de pies, la besó, cerró la puerta, y regresó a la computadora.

Tenía la primera frase: en el fondo. Era suficiente.

Más, de la última vocal, se asomó la oscuridad que lo llevó de vuelta a aquél borde de ladrillos gastados, a aquella oscuridad, de la cual susurraban su nombre.

El negro hipnotiza, la bruma roe.

El vértigo lo aturdía, lo empujaba, lo hostigaba hasta que lo haló hacia adentro.

El escritor encajó sus uñas entre los ladrillos y se sostuvo. En las ranuras de éstos, vio rasguños carcomidos por el tiempo. Las sombras saltaron a él, se filtraron por entre sus poros, hasta que todo lo que vio era noche.

Su esposa, con la cara deshecha, le apuntaba con un revolver. Movía su cabeza de lado a lado, mientras que sus labios acariciaban un no, no más.

Él se acercó, intentó decirle que se detuviera, que no era su culpa, que era el Pozo.

Mas, apretar un gatillo no es una cuestión existencial, y la estrepitosa explosión lo empujó sobre el borde del pozo, lo lanzó al negro, con un pecho reventado, y se sintió caer por entre los crepúsculos, hasta aterrizar en un charco de agua, donde habían otros como él, otros con sus pechos abiertos, y sus miradas perdidas en un vaivén anochecido.

COMUNICADO DE PRENSA: CIUDADANO CERO

Ciudadano Cero es el título de la pieza de dramaturgia del cuerpo escrita y actuada por Rey Emmanuel Andújar que se presenta en el nuevo Teatro Victoria Espinosa de Santurce desde el viernes 19 de octubre, como parte del 43ro. Festival de Teatro Internacional del Instituto de Cultura Puertorriqueña. Ciudadano Cero se ofrecerá en funciones de viernes y sábado a las 8:30 p.m. y domingo a las 4:00 p.m.

La desgarradora pieza de Andújar presenta la dura realidad de la juventud caribeña, y aborda con humor e ironía los conflictos de marginación, el desamor, y la difícil lucha por la superación dentro de una sociedad hostil y violenta. De acuerdo a su autor, Ciudadano Cero es “el resultado de un laboratorio ejecutado desde la miseria del circo caribeño”, un teatro sub-urbano complementado por la música del reconocido grupo dominicano Lo Correcto.

Ciudadano Cero se estrenó en Santo Domingo, República Dominicana, en 2005, y tuvo allí una exitosa reposición a casa llena en el V Festival de Teatro Internacional de 2006. Su autor, Rey Emmanuel Andújar, es un laureado escritor dominicano, autor de la novela El hombre triángulo y el libro de cuentos El factor carne; su más reciente novela, Candela, está próxima a salir editada por Alfaguara. Su reciente libro de cuentos, Amoricidio, acaba de ganar el Premio de la Feria del Libro de la República Dominicana de este año.

Los boletos, entrada general a diez dólares, estarán a la venta en el Teatro Victoria Espinosa antes de cada función. El Teatro Espinosa, antiguo cine Music Hall, está localizado en la calle Del Parque, entre las avenidas Ponce de León y Fernández Juncos, detrás del Teatro Francisco Arriví, en Santurce. Hay estacionamiento disponible al lado del teatro. La producción en Puerto Rico de Ciudadano Cero está a cargo de Pedro López y Sociedad Anónima Incorporada: (787) 633-5660