domingo, 29 de abril de 2007

PUBLICA en =DESTO

Xavier Valcárcel de Jesús

Desde los orígenes, la humanidad ha tenido que hacer frente a dos problemas fundamentales: la forma de transmitir los contenidos en el espacio y en el tiempo, y la forma de preservar los mismos. El hecho de que la humanidad, o el hombre como librepensador, se hayan planteado la necesidad de determinar la forma de garantizar la perpetuación e integridad de un contenido, o los; así mismo como la conservación del soporte en el que fue o fueron plasmados y el medio por el cual se mantendrá inalterada la intención o finalidad para la cual se concibió, es un logro sin fecha de caducidad.

En momentos donde la tecnología, y en ella la red, le han ganado la batalla a las publicaciones tradicionales, por apalabrar el formato común y reconocible, la impresión y las propuestas de proyectos de publicación han torcido la estructura de sus contenidos hacia la innovación. El espacio =DESTO, localizado en la calle Américo Salas #1400 en Santurce, inauguró el pasado sábado 14 de abril, a partir de las 6:30pm, la exposición colectiva PUBLICA, organizada por Kristine Serviá, y que se extendió hasta el sábado 28 de abril de 2007. Dicha exposición albergó, a modo de archivo, una compilación de sobre 33 publicaciones pasadas y/o presentes que pretenden o pretendieron marcar un momento significativo, o decisivo, a la hora y en el modo de difundir la información, abordada desde propuestas periodísticas, literarias, plásticas, fotográficas, bidimensionales, digitales, tridimensionales, formales o experimentales.

Mostrar una compilación de publicaciones pasadas, recientes y/o actuales es un gesto potencial, generoso y evidentemente necesario (históricamente hablando, me atrevo a decir). Más aún cuando se trata de proyectos interdisciplinarios que, aunque parten de propuestas individuales/independientes, tienen por trasfondo el presente, un hoy demasiado cercano, casi casi un mismo contexto, del que se tiene algo que decir. Y es ahí donde PUBLICA acerta.

Hilando todos los proyectos por el factor expresión/impresión/publicación, este junte parece haber logrado un resultado lineal, espejo del hoy, grafía, impulso, voz y plástica, todito unido.

Hace rato se necesitaba una exposición como esta, sobre todo en estos tiempos donde el gran todo se ha roto y se invita, no sé si a empujones, a la individualidad; tiempos en los que la innovación parece una obligación irremediable para todo ente creativo asediado por el famoso comentario de que ya todo está hecho. Tal vez por ello esta compilación de proyectos (revistas, folletos, libros artesanales, camisas, páginas web) que están haciendo o que hicieron un paréntesis reaccionario en Puerto Rico a través de los últimos años y que son una pequeña muestra, pienso yo, de muchas otras publicaciones que se mueven o se han movido en la subterra del país.

Antes: Taller Literario, Zurde, El Sótano, Tonguas, La Urbe. Ahora: Conboca, Agentes Catalíticos, Faden, la Revista Púrpura, Aguja, por mencionar algunos.

Mis impresiones sobre PUBLICA parten de la impresión misma. Es necesario señalar la riqueza en las tipografías, la imagen junto con la fotografía digital, la coherencia y lo estilizado de los diseños. Lo nuestro es otro tiempo. La impresora y su triada de tintas, el Photoshop, lo que se tiene que decir, el Internet, los blogs, el Flash, los nuevos proyectos de audio.

Esta colección es extremadamente rica y potencial, no sé si en el futuro evolucione. ¿Qué pasa si la colección sigue aumentando? ¿Qué pasaría si la exposición termina siendo una muestra representativa de la nueva expresión en el país? De ser así, de haber algún cambio, con ellos por favor que aumente el espacio. Claro, =DESTO es un espacio intimo y acogedor, pero me atrevo a lo ambicioso de este junte, a creer en la palabra archivo, a toda una gran muestra de las publicaciones experimentales que circulan o han circulado con carácter propio, o en su intento, en la isla.

miércoles, 25 de abril de 2007

Cojo Camacho (fragmento. cap. 2)

Xavier Valcárcel de Jesús

No sé por qué carajos las muchachitas de hoy andan todas revueltas, enamoradas de tipos imbéciles, escorias, demasiado tráfalas, que lo único que buscan es un lugar acojinable entre las piernas de una. Es en serio. Chingar rico y venirse. Eso es todo. Les importa poco si siembran una barriga o cualquier enfermedad. La cárcel y la calle están llenas de idiotas igual que el cementerio de indispensables. Me duele, por mi hija, que ya no queden hombres como yo.

Cuando me casé con flor, la llevé al altar lisa. No estaba preñada, ni abierta, ni manoseada, ni veía telenovelas pendejas de media tarde. Era una mujer hecha y derecha, con una maestría encima, inteligentísima. Yo ya había ingresado a la academia y ella trabajaba por la economía del país. Cada quien con su estabilidad. Ganábamos salarios justos. Con todo y eso ella nunca dejó de ser mi deber. Dos años después decidimos tener a Raiza. Fue una alegría perfecta. La disfrutamos como nada. Después vino la idea de tener la parejita. Todo el mundo sueña con una parejita. Es una extraña forma de saberse completo, realizado, casi balanza. A veces, cuando era chiquito, me recostaba al sillón de abuela y la veía tejer y tejer con sus manitas de santa un árbol imposible en la carátula de un libro. Tenía el pelo largo y blanco. A veces hasta lo soñaba. Siempre veía el árbol estirándose, forrado de ramas, crecido de unas líneas finitas de hilo marrón que me volvían loco. Pero era una locura agradable. Siempre que pienso en abuela vuelvo a las sombras bajo la aguja y sus dedos, al sillón y a aquel libro. El libro era el esfuerzo de su vida. En él estaba la historia completa de mi genealogía. Tener un niño y una niña era, de alguna forma, volver allí.

Cuando Flor me dijo que estaba embarazada por segunda fue una emoción incontrolable. Deseé con todas las fuerzas del mundo que esa barriga fuera un varoncito que continuara mi apellido, que me diera el orgullo de un campeón de boxeo, o que me saliera bueno en la pelota o en el baloncesto. Hubiera querido que me hablara en confianza sobre las mujeres, que me presentara a su novia, a su esposa, y si tuviera, que me presentara hasta la chilla; que me diera una pareja de nietos y los nietos una pareja de tataranietos. Cuando me dijeron que era varón, más loco me puse. Hasta lloré. No me cabía la sonrisa. Se llamaría Eduardo, como su abuelito. Eduardo Bermúdez Ortiz. Un nombre grande. Pero nació una hembrita pura y todavía no lo entiendo.

Raiza es la espectacular. Le ha crecido una mujer guapísima: alta, elegante, pelo negro, flaca, el retrato mejorado de la madre en su época comible. Pero es medio brutita. O media rebelde, que es lo mismo finalmente. Para todo tiene discurso. Se le han pegado las ideas pendejas de la universidad. Ahora se la pasa mentando al susodicho cojo. Y no es que lo idolatre. Que ni se atreva. Es que le agrada la imagen estúpida del hombre prófugo de veintitrés años, asesino vengador, bueno y malo. Habla de él como si lo conociera. A veces se comporta como una pila de mierda.

El otro día invitó a unas amigas a hacer una tarea en casa. Tuve que interrumpirlas. Estaban en la sala. Me pareció ignorante la conversación.
-La gente habla, y por más que quieras eso no lo puedes evitar. Los noticieros y las autoridades le exaltan la figura. Los periódicos le han publicado el expediente criminal pero también le han publicado una biografía que confunde. Por un lado le gritan asesino. Por el otro, le rezan y le prenden velas.
-Por favor.
-Dicen que es huérfano papá, que le mataron a sus dos hermanos, que la policía manipuló su tragedia en contra suya. Entonces dime.
-Cierto.¿Qué se supone que una piense?.
-Es que se supone que no piensen. ¿Por qué carajos se preocupan por algo que ni les afecta?

Claro, la nena me miró y sonrió muy leve ante mi necedad. Su sonrisa tiene algo que anestesia. Hizo su efecto. Tuve que disculparme. Cogí el control del televisor y cambié de canales por aquello de evitar descargarme contra ellas. En Discovery pasaban un documental sobre las hormigas de fuego. Justo en ese instante hablaban sobre su proceso de reproducción. Me parece comiquísimo que sólo las reinas se puedan dar el gustazo con los machos entre tanta hormiga mujercita, hambrienta y solita en su hormiguero. Debe ser todo un banquete para ellas. Claro, son putas pero reinas. Lo trágico es pasarse toda la vida poniendo huevos de los que sólo nacerán hembritas y machitos estériles destinados a las labores domesticas y a la guerra. Reinas putas. Putas reinas. Intenté bromear pero no le hice gracia a nadie. Las muchachas siguieron hablando entre sí. Raiza se quedó embobada mirando una toma en la que un macho se cogía a una puta con un salvajismo delicioso. No sé cómo, pero los de Discovery se las ingeniaron para grabar el sonido de las articulaciones de las patas y ponerle la carita a las hormigas en close-up. Era algo así como ese subibaja de un spring mohoso, una mezcla de percusión sobre tubos de aluminio semihundidos en el agua y pequeños golpes sobre un vaso de cristal. Raiza es perfecta. Tienes que verla. Me retiré.

Flor cocinaba pollo encebollado bajo la luz de la cocina y cantaba un bolero melancólico de Moneró que pasaban por la radio. Me pareció eterno. No me acerqué. A ella ni le importa.

Crucé el pasillo repleto de fotos familiares y me encerré en el cuarto; o en la celda, que es la misma cosa a fin de cuentas. Compartimos la cama sin remedio. Papá y mamá deben dormir juntitos. Pura mierda. Nos confinamos. Ustedes son esposos. Compartimos la cama pero no dormimos juntos. Hace mucho tiempo que no pasa. Ni un abrazo. Ni una noche en que durmamos con las caras frente a frente. Cada quien para su lado. Flor es el demonio. Cincuenta y cuatro años y parece de setenta. El pelo blanco. Ha perdido la figura. Ya ni me gusta. Pero a estas alturas no me pienso divorciar. No tengo ganas de una división de bienes. Tampoco tengo ganas de jugar a otra familia. Prefiero jugar a lo que ya está hecho, a estos diecisiete años de un amor que se quedó entre las postales de los aniversarios, al aro matrimonial, a los paseos por la isla los domingos por la tarde. Puede sonar estúpido, lo sé, pero lo mío no es un cuadro tétrico. No me alimento de agua y jabón. Nunca lo he dicho. Putas demás hay en la calle. Hormigas de fuego. Reinas putas. Mujeres con caché que saben evitarle a uno los dolores de cabeza.

Prendí la luz. El maletín estaba abierto sobre la cama. No hay cosa que me moleste más. Estuve a punto de gritar pero la oí correr por el pasillo.
Le abrí la puerta.
-Fui yo.
-Pues no vuelvas.
-No estaba buscando nada en especifico si eso lo que te preocupa.
-No es que me preocupe. Es que en todo caso ahí no tienes nada que buscar.
-¿Pero y cual es el problema?¿Por qué tanta obsesión por ese tipo?
-¿Y a ti que te importa? Vete a jugar a las muñecas con tus amigas y no me jodas la noche. Si no le doy explicaciones a tu madre mucho menos a ti. Hazme el favor.

Me miró insatisfecha apretando la boca como una frutita apetitosa. Obviamente. Estaba molesta. Sonreí y la apreté hacia mí. A veces me confundo entre la mujer y la niña. Es difícil. Le revolqué un poco el pelo con la punta de los dedos y acerqué la nariz. Ella sabe que me encanta el olor de su cuero cabelludo. Te quiero bebé. Flor pegó un grito y Raiza se perdió hacia la cocina. Siempre le ha asustado todo esto. Y yo la dejo. A mí me encanta que se asuste.

Cerré la puerta otra vez y tiré todo sobre la cama: las copias del expediente y los recortes de periódico. Los había leído y releído muchas veces, pero esa noche me dio la paranoia de que mi nombre estuviera en algún lado. O que hubiera algún artículo con foto que haya pasado por desapercibido. Raiza es muy curiosa. Pero me he cuidado bien.

Me he dedicado los últimos años a recopilar cada noticia sobre alguno de los tres. He perdido bastantes horas sentado en una silla incomoda, con un frío de hospital, leyendo periódicos desde el 19 de febrero de 1992 en la biblioteca Lázaro de la universidad. Horas largas por las que Flor se la ha pasado jodiendo. Me saca de quicio y no tengo paciencia. Un día no aguanté y le solté todo de un solo cantazo. Preguntó una y mil veces cómo había podido.
Hizo berrinches.
-¿Por Dios, quién eres?
Lloró.
-¿Quién eres?
-Déjame en paz.

Le dije que no era para tanto.

martes, 24 de abril de 2007

domingo, 22 de abril de 2007

Martini

Sergio C. Gutierrez-Negrón


Ella llega a la barra vestida en telas oscuras, con un par de gafas grandes, que sólo dejan al descubierto una nariz y varias pulgadas de cara.
Ella llega a la barra tarde, con su pelo suelto y blanco y libre sobre sus hombros; su dedo anular rodeado por una sortija oxidada.
Ella llega a la barra sola, se sienta en una esquina y pide por un martini.
Que sea doble.
El bartender la mira, porque no la ha visto antes. La mira también porque las gafas son demasiado grandes y demasiado oscuras para una señora de su edad. Se da cuenta que la incomoda, porque ella le dispara una mirada y le dice: me incomodas. Él regresa a su labor, a brillar con un paño sucio la barra de madera caoba encerada. Se limita a limpiar y a contestarle los pedidos a la señora por el resto de la noche.
Ella, su nombre es María (cómo sus hermanas, su madre, y todas las puertorriqueñas que ha conocido a través de su vida) bebe de su copa y cierra sus ojos, bebe de su copa e intenta recordar. Pero ella nunca lo ha logrado. No le funciona como en las películas, no le funciona eso de cerrar los ojos y ver las cosas tan puras como en filme. Sus recuerdos son oscuros, no tienen imágenes verdaderas, son formas deformes que no le dicen nada. Y cuando dice nada, es nada.
Suenan las campanitas de la puerta y entra un hombre alto, cano, que también tiene un par de gafas demasiado grandes para su cara. Se sienta al lado de ella y le mira la mano. Le está mirando la sortija. Con su dedo pulgar, ella le hace dar vueltas al pequeño aro.
“¿Estás casada todavía?” Le pregunta el don.
Ella bebe de su martini. Lo acaba y pide otro más. El bartender se acerca, sólo mirando la barra, sirve otro, y de un sorbo, ella lo termina. Pide otro.
“Eres viuda entonces.” Dice el hombre y ella lo busca con su mirada, detrás de sus gafas. Se conecta con las de él. Le mira la mano, pero no le ve nada.
“El dedo anular se llama así porque antiguamente se pensó que lo habitaba una arteria que lo conectaba directamente al corazón.” Le explica María.
El hombre no pide nada sino que se queda observándola. Se quita las gafas y le enseña sus ojos azules, pero cuando él coloca el par de anteojos oscuros sobre la barra ella devuelve su mirada a la bebida. No lo mira hasta que se pone de pie, y se va.
Deja las gafas.
Pide otro martini, le pide disculpas al bartender por lo que le dijo horita, y él le contesta que no hay problemas. Que a veces a la gente le gusta que los dejen en paz.
“¿Pero está uno en paz mientras vive?” Pregunta María, no obstante el hombre se da cuenta que no es a él la inquisitiva, así que se limita a retomar el paño y seguir brillando la barra. La pregunta flota en el aire, por un momento, como el humo del cigarrillo que ella carga en su cartera pero nunca enciende.
Ella acerca la copa a sus labios, exhala por un momento, y ve como su aliento recorre la superficie del líquido. Suena la campanita que anuncia la apertura de la puerta. Ella cierra sus ojos, y traga un poco.
“¿Estas gafas son tuyas?” Pregunta una voz femenina. La señora la mira y le dice que no. La joven está vestida en un traje blanco, con su pelo oscuro recogido en un moño fúnebre, y, al igual que el señor anterior, tiene un par de gafas puestas. Se ve demasiado joven para estar en una barra. Se ve demasiado vieja para estar vestida de blanco. La señora se da cuenta que la muchacha es completamente atemporal. No hay rastros ni de juventud ni de vejez en ella. Pero no importa. La gente no va tan tarde a aquél lugar para conversar. Sino para intentar estar en paz.
“Un martini, porfa.” Pide la muchachita pero el bartender nunca se lo sirve. Le toca el codo a María, como para llamarle la atención. “¿Son buenos?” Le pregunta, y luego especifica que habla del trago.
María la mira, mira su trago y levanta sus hombros.
“No te sabría decir” , le contesta. “No me encantan. Los bebo en homenaje a alguien.”
La muchacha se quita las gafas, y las coloca a su lado. Asiente con su cabeza y mira al bartender. Se queda en silencio por largos minutos que se escurren y empañan el brillo de la madera de la barra.
“Beber en homenaje. Eso es bastante noble”, dice finalmente la muchachita, con una voz que se quiebra a tiempo con las silabas. Se pone de pies y se va.
La señora mira los dos pares de gafas negras que han dejado sobre la barra. Son idénticos. Termina su martini y ya el bartender sabe que no tendrá que servirle más ninguno. Ella le da el dinero, baja del asiento, toma ambas gafas, las hecha en su cartera y sale el lugar.
Sube las calles adoquinadas y empinadas del viejo San Juan en sus tacos negros, en sus telas negras, con sus gafas negras, con mucho cuidado negro; evitando encajarse en las rendijas. Las calles están completamente vacías con excepción de un gato aquí, un vagabundo allá. El cielo está oscuro. Las luces de los postes tiemblan del frío.
Ella nunca ha podido recordar algo. Es un sífilis onírico lo que la consume, lo que no la deja ver a sus seres queridos como a ella les gustaría verlos. Llega a su edificio, desliza la llave con cuidado en el orificio, sube las escaleras, abre la puerta. La mirada del que la volvió viuda siempre está escondida para ella, detrás de una sombra grande y oscura que difumina las siluetas hasta que son nada. Saca el par de gafas de su cartera y las coloca en un armario que está lleno de ellas. Le gustaría verlos a todos. Mira las fotos de su esposo y de su fallecida muchachita, sentada en una barra rodeada de amigos, todos elevando sus pequeñas copitas de martini brindando por alguna lejana paz. Le gustaría poder imaginársela llegando a la barra con los amigos, así tan vestida de blanco, con su pelo en ese moño que siempre usaba. Pero nada. Nunca la ve. Nunca lo ve. Cierra los ojos y todo es oscuro.
Se sienta en un mueble demasiado viejo y exhala.
La casa está vacía.
Ella está sola y lo sabe y tiene miedo, y lo único que puede hacer es esperar.
Mira las fotos, cierra los ojos y nada. Vuelve a cerrar los ojos, a apretar sus puños, a pelear con las lágrimas y la maldita casa sigue estando tan vacía como la burda oscuridad que le prohíbe.
La casa está vacía. Siempre lo ha estado.

Cuestión de estrategias

Xavier Valcárcel de Jesús

Necesitaban refuerzos. Elementos hasta ahora desconocidos habían herido a dos oficiales en una intervención por posesión de drogas en contra de un menor de 15 años. Un muchachito, que para colmo de males, resultó ser el hermano del susodicho Abrante; tirador oficial de todo el material distribuido en el área de Loíza. Si le añadimos a eso, que en el residencial en donde se efectuó la intervención se estaba celebrando el cumpleaños de las dos sobrinitas del muchachito, y por ende, duo de hijas de Abrante, la lógica diría que ese intento de arresto no se debió efectuar. Al menos no esa noche. Al menos, debieron haberle dicho a los oficiales, Rosado y Betances, que el muchachito es intocable. Pero nadie se los dijo. Lo tocaron. El elemento se echó a correr, los oficiales son nuevos, sacaron las armas, se metieron en el cumpleaños, revolcaron el avispero.

La gente en esta área aborrece a los perros, no les importa que porten placa policial, que lleven armas de fuego y macanas, que hayan cien escuadrones por cada hombre caido. Tuvieron suerte de poder salir con vida. No hubiese sido la primera vez que una comunidad arrastra y mata a un oficial con un orgullo crudo. Fue entonces la llamada. Necesitaban asistencia médica y refuerzos por caso de motín.

El sargento Carlos Gutiérrez se presentó a las 12:02am con todos sus hombres. La División de Operaciones Tácticas tomó el residencial. Nadie podía salir. Después entró la Fuerza de Choque, la División Montada en sus caballos y dos helicópteros con reflectores blancos que transformaron la noche en un set sacado de las películas de acción.

Nadie sabe de dónde salió el primer disparo. Pero después todo se convirtió en un sal si puedes, fuego cruzado, Gutiérrez sintió aquello quemandole en el centro de su pecho, necesitaba respirar.

Los escuadrones con plomo.
La gente del cacerío también.

Abrante, su hermano y la nenas, junto a las tías, los tíos, los abuelos, las abuelas y la mitad de los casi ciento cincuenta invitados que no habían corrido, se quedaron en el centro comunal en lo que todo se lograba. Carlos Gutiérrez pensó en un poco de gas. Los gritos de los niños. Trajeron el equipo. Los hombres de Abrante batiéndose a tiros con la policía desde los edificios. Gutiérrez hizo la seña con la mano. Los gases lacrimógenos volando hasta el salón del cumpleaños. Después el corre y corre. La gente en su fiesta. Asfixia. La fuerza de choque cerró la única puerta de entrada y de salida. Las piedras al aire. Se había detenido el transito en todas las vías cercanas. Todos los barrios habían corrido hasta el residencial. Gutiérrez hizo su seña de basta. Las puertas cerradas. Los cumpleañeros golpeando el adentro en un intento por salir.

Lo otro fue fácil. Los hombres de Abrante fueron cediendo poco a poco. Un par de heridas no le hacen mal a nadie. Puños a las mujeres, macanas a los niños, plomazos en el pecho a los que vengan sin camisa. Poquito a poco el caserío se devolvió al silencio de su medianoche. Los helicópteros a otro perímetro. Las ambulancias hacia la sala de emergencia. Sacaron a la Fuerza de Choque, a los caballos de la Montada, al resto de la división. Sólo quedaron tres patrullas y ocho hombres necesarios. Gutiérrez dio la orden para que abrieran las puertas de la fiesta. La gente histérica. Un par de desmayos. Ojos llorosos y arcadas. Peces en tierra buscando respirar. Gutiérrez también necesitaba. Sacó la pompa de aire de la cajuela del carro, biombos azules, Proventil. Inhaló lo necesario. Cerró la puerta del vehiculo, encendió el motor. Miró desde el aire acondicionado y sonrió muy leve. El hermanito de Abrante estaba a salvo. Volteó hacia el compañero de turno. Acuérdame decirle a Betances y a Rosado que con esa gente no deben meterse.

Salografía: desde Piñones



El Centro Cultural y Ecoturístico de Piñones (COPI) fue el punto de encuentro para la tercera lectura de la Asociación de Escritores Universitarios del semestre en curso: Salografía, pautada para las 7:30pm, pero que en hora puertorriqueña empezó sesenta minutos después. Un grupo nutrido de personas se dio cita allí, en el local que antes fue la cede de la antigua paseadora de Piñones y que fue tomado casi como símbolo de la lucha comunitaria en el sector, para escuchar y participar en el micrófono abierto.

Ni los mosquitos, ni las velloneras aledañas fueron impedimento para poder disfrutar de la lectura. Dos rondas de tres piezas cada una, mucha entrega, buenos textos, mucha erección funicular. Los asientos formados en semicírculo permitieron que el ambiente fuera intimo y ameno. La temática de la poesía fue variada; muchos dobleces de lo romántico, de la pérdida, del cuerpo. Al culminar la lectura, la plática siguió su curso natural y los escritores tuvieron la oportunidad de intercambiar sus impresiones. Sin duda alguna, todos (escritores o no) se regresaron a casa con un puñado de buena poesía entre las manos.

Algunos de los escritores que se dieron cita allí fueron: Ángel Matos, Yolanda Arroyo Pizarro, Jocelyn Pimentel, Karen Sevilla, Xavier Valcárcel, Christian Ibarra, Mayda Colón, Marielba Cancel, Luis O. Carrasquillo y Melquisedec Carrasquillo, entre Otros. Estos últimos dos, hijo y padre respectivamente, fueron una de las razones para convocar una lectura de poesía en Loíza. Ambos, naturales de dicho pueblo, habían llegado a la lectura de micrófono abierto “Amurallados I” del compañero Ángel Matos, en la Casa de Artes Populares del Viejo San Juan, en el mes de febrero, buscando un espacio en el que su trabajo pudiera ser escuchado. Dos meses después surge una nueva oportunidad, en su pueblo, para alzar la voz desde las letras, acompañados por un grupo de poetas intensos. Rodeados por carteles serigráficos, barriles de bomba y una vista deliciosa hacia la desembocadura de la laguna de piñones en Boca de Cangrejos, la noche se nos fue despacio, y con ella la poesía. Al final, todos salimos complacidos, esperando volvernos a ver.

Ya pronto será la próxima.
Nos resta por decir, gracias a todos los que nos acompañaron.



Las fotos de actividad fueron tomadas por Yolanda Arroyo Pizarro y están disponibles, en su totalidad, en Boreales, el blog de la escritora. Para acceder a Boreales pulse aquí.

viernes, 20 de abril de 2007

Blanco Móvil y la literatura virtual

Blanco Móvil reúne textos literarios escritos originalmente en Internet
por Arturo García Hernández

¿El nacimiento de los blogs es la muerte de los libros? ¿Los blogs terminarán con las dificultades de los escritores para publicar? ¿Son los blogs el laboratorio donde los Homeros, los Cervantes o los Shakespeares contemporáneos preparan los clásicos del futuro? ¿Son el tiro de gracia a los derechos de autor? ¿Garantizan un mayor número de lectores? ¿Son el ansiado instrumento democratizador de la lectura y la escritura literarias? ¿Se incuba en esos espacios una nueva sensibilidad?

Explícita e implícitamente, estas cuestiones y otras relativas afloraron durante la presentación, el martes, del número más reciente (103) de la revista Blanco Móvil, dedicado a la ''literatura virtual": la producción literaria en los blogs.

Quizá esta es -aventuró el escritor y bloguero Geney Beltrán, uno de los presentadores- la primera recopilación en papel de textos literarios escritos originalmente en Internet.

Enorme biblioteca
Eduardo Mosches, director de la revista, escribió en el prólogo de este número (y leyó en la presentación): ''Adentrarse en las barrigas de este barco, incursionar en el espacio aéreo dejando atrás las formas y el brillo de las estrellas, darle importancia a las variadas tonalidades que destellan las letras engarzadas que se transforman en palabras y de éstas a sensaciones y sentimientos, percepciones e historias, todo alumbrado por la luz y su rapidez".

Mosches también leyó el texto enviado por Pedro Miguel, autor de la columna Navegaciones en este diario, quien no pudo asistir: '''Literatura virtual', dice el volante que nos convoca aquí, como si pudiera haber una literatura no virtual o una virtualidad no literaria: la literatura requiere de mecanismos de emulación de realidades que vienen, la mayor parte de las veces, ínter construidos incluso en los modelos más básicos de cerebros humanos.

''Por su parte, la virtualidad necesita de programadores dotados de una mínima capacidad narrativa. La construcción de personajes es, en los fundamental, una tarea análoga a la codificación de algoritmos de operación autónoma y requiere, para ser fructífera, la inversión de una buena dosis de inteligencia artificial, aunque el autor o la autora no conozcan por ese nombre a la aptitud correspondiente."

Pero tal vez el ''dato sustancial" esté en otro lado: ''salvo en algunas tribus profundas de hackers y chavos injertados en celulares el idioma conserva, o no, su dignidad en medio de los frenéticos y aburridos parpadeos electrónicos que los simbolizan".

Es decir -escribió Pedro Miguel- ''el lugar común sigue siendo Gutenberg y el texto leído, escrito, declamado, aunque cambie de lecho, preserva intacta su dignidad. Tal vez el mayor mérito literario de las nuevas tecnologías no resida en las novelas en blog escritas a ene manos, ni la trepidante interacción y la multimedia, ni los usos y costumbres de la programación compleja que permite eliminar las redundancias y afinar los adjetivos, sino el poner en nuestras manos la más enorme biblioteca que en el mundo ha sido".

Y concluyó: ''Tengo la impresión de que lo que Natura Non Da, Windows Vista Non lo otorga: a los escribidores la computadora nos hace más comodinos y fofos, pero no mejores".


Espacio para el diálogo
Geney Beltrán aclaró que una cosa son los blogs y otra los blogs literarios. Sostuvo que los blogs no son la obra sino un lugar de diálogo donde los autores, a lo más, ensayan su escritura.

Consideró que una de las razones por las que los escritores abren un blog propio es ''la vanidad, el deseo de querer ser leídos prontamente", además de ''desarrollar una mitología personal: un blog bien administrado puede conferir muy pronto a su autor una identidad literaria" que eventualmente pueda incidir en la mejor venta de sus libros.

Bernardo Ruiz, comentarista en la presentación, seleccionador y editor de los textos tomados de la red y reunidos en Blanco Móvil, destacó que los blogs muestran una diversidad de voces y temas literarios que van más allá de lo que dictan las grandes editoriales.

Los comentarios de los presentadores se alternaron con la lectura que hizo la actriz Francesca Guillén de algunos textos surgidos en los blogs y publicados por Blanco Móvil. La música estuvo a cargo de la chelista Natalia Pérez Turner.

el artículo fue publicado en el diario mexicano La Jornada. para ver el artículo desde su fuente original pulse aquí.

de la ausencia y de ti

Nicole Cecilia Delgado


nostalgia

la nostalgia me agarró por los tobillos
y apretó y apretó siguió apretando
recuperé mi llanto
estuve sola
me ganaron mis pequeñas y terribles compulsiones
quise salir contigo al patio de la casa
quise ser entonces
quise la casa
quise abrir la puerta y ver el mar
y sumergirme toda en su locura brújula
quise ser la isla
de nuevo
sudar sal
y apretó y apretó siguió apretando
conversé con el espejo largo
confronté mis certidumbres más abyectas
descubrí junto a mis ojos los cauces de sus ríos
me arranqué tres canas
fruncí el ceño
hice una mueca
saqué la lengua
el espejo fue después la certidumbre
vi precisamente a la nostalgia apretando mis tobillos
tenía el cuerpo verde
torcido en forma de infinito entre mis pies


mito silvio

ver a silvio nunca estuvo entre las experiencias que consideré posibles. era una quimera, algo así como desear que lloviera adentro de las casas o ver granizar en el desierto. pero mexico me hizo ese regalo el martes. fui con lauri, que tampoco cabía en sí de la alegría porque silvio tampoco puede cantar en el salvador. teníamos modestos asientos en el piso más alto del auditorio nacional. llegamos temprano. pedimos unas cerveza para caer un poco en tiempo y nos sentamos a esperar. la verdad verdad, esperábamos poco del concierto. todos los mexicanos (menos los que estaban allí en el auditorio cantando con silvio y con nosotras) nos habían asegurado que silvio era el más insoportable, el más irrespetuoso con su público, el más falso. que iba a cantar apenas cuarenta minutos y se iba a ir, dejando a todo el mundo soso y enojado. yo estaba preparada para salir hablando mierda con cojones de la revolución cubana y odiar a silvio de una vez por todas. afortunadamente fue todo lo contrario. fueron, fácil, dos de las mejores horas de mi vida. el repertorio estuvo increíble y complaciente. el escaramujo. historia de las sillas. quien fuera. te doy una canción. gaviota. días y flores. angel para un final. oleo de mujer con sombrero. el necio. la masa. pequeña serenata diurna. unicornio. ojalá. (que conste que unicornio y ojalá no me gustan tanto). pero el tiempo asumió allí su espiral sin tiempo y estuve a la vez en todos los conciertos de mi vida, sobretodo en los que fuimos juntos. reviví nuestro amor de entonces, esa forma de querernos bajo el agua y en el césped de las huelgas, volví a pintar pancartas en el suelo de una casa de estudiante, volví al cuartito de la calle de diego donde los vecinos nos escuchaban con frecuencia gritando de placer y de alegría. pensé otra vez en cuba con ternura, pensé en vieques, pensé en la tertulia cuando silvio era algo así como la serpiente emplumada de todos nuestras pueriles fantasías guerrilleras y nuestros castillos de arena mojada en una nuez. me hiciste falta. no me había dado cuenta pero silvio tiene todo que ver contigo y después del concierto me rodeó un vaho de nostalgia por el antes, por el nunca, por el siempre, por la vista con mar de la casa del cerro donde vivimos juntos la última vez en puerto rico, sentí nostalgia de tus besos revolucionarios, de los chicles de abajo de las mesas, de la rabia, del panfleto, del amor.


Nicole Cecilia Delgado, poeta y organizadora cultural, nació en Puerto Rico el 13 de noviembre de 1980. Obtuvo una Maestría en Estudios Latinoamericanos de la Universidad del Estado de Nueva York. Ha publicado dos volúmenes de poesía: inventario secreto de recetas para enrolar las greñas con cilindros de colores (2004) y secretos familiares (2006). Actualmente cursa un diplomado en creación literaria de la Sociedad General de Escritores de Mexico. Visítela en internet http://nicolececilia.blogspot.com para conocer su trabajo más reciente.

Las dificultades del aburrimiento

-por el sufrimiento y las desgracias de la poesía antillana

Rubén Ramos

En qué trópico
de arenas a vidrio y bocas de perfume
áspero de mar
viven descalzas
las pupas
de estas pasiones torcidas
de las que tantos escriben
aguando letras por
hablar de hallazgos.

¿A dónde fue el hundimiento?
¿Cómo siguen los cadáveres de los sobrevivientes?
De dónde fastidian la gusanería,
la putrefacción,
el hambre paisajista
de esta temática playera
narcoléptica.

Me causa pesadez
la gomosería.
Entre vomitazos de ronquidos
se repite su pesadilla demasiado.

Ya me parece cuento
esta apatía que se apodera del calambre.
Contagio visceral apiñado
A un costado de la muela,
Acostado sobre la almohada
tan apestada de plumas.

Este Caribe aumentativo
persiste
como tomo numero seis
de una enciclopedia temática
sobre el fastidio
compadecido del colectivo.

Hay que quemarlo todo,
Delsde el zorzal en el valle
hasta la basura en la alcantarilla.
Por que si no
a materia y nacimiento
se harán de las orillas
caracolas percusionistas
actas de nacimiento
con resonancia,
para darle al cuero
al alarde de islas
a la masa heterogénea que pretenden
con caretas coloridas
de sufrimientos
que nos igualen.
El padecimiento entre ellos,
los hace llamativos,
son la especie que se reproduce
con el debilitado.

El archipiélago es una mentira hostil
Trata de invadirnos
con identidades perdidas.
Las islitas no quieren verdades
quieren solidaridad.
¿De qué mundo a la deriva hablan?
¿Qué pensamiento caníbal?

Cómo es la sombra si a lo mucho.
¿Que tenga cuerpo
esta desgracia colectiva
de sonrisas y cervezas
lo hace estar vivo?

Que lloren de desiertos
de caravanas a la boca del olvido,
que se refugien
a la derecha del galope maquinista
que embarguen voces
que compartan el mismo paladar.

Pesimistas.
Maldita sea la temperatura,
el ritmo,
la musicalidad.

Aquí nadie ha pedido pertenencia
No hay geografía de ideas.
Aquí la casa es una pantalla y una red.
¿Con quién se identifica
lo que no tiene procedencia?
El conflicto ideológico
es el esquema
de una charca empozada
en su primer mundismo
de amante.
En la ficción ahorrativa del dolor
se guardan dunas
de tumbas sin dueño.

Después dicen
que la mano es un castigo cruel.
Pero rellenan sus bocas como Maria Antonieta.
Denles penas, mar y pesares.

Que coman,
que mueran.
Sin gusto necesitado,
ahogados en bizcocho,
mientras a otros
se los come
la levadura.

domingo, 15 de abril de 2007

Salografía: lectura de poesía desde Piñones


micrófono abierto/ open mic

dia: viernes 20 de abril de 2007
hora: 7:30pm
lugar: Centro Cultural y Ecoturístico de Piñones, local de la antigua paseadora.
Carr. #187, sector Boca de Cangrejos, Piñones. Tel. (787) 253-9707

Pasquinadores de versos???

Sergio C. Gutierrez-Negrón


No sé cual es el proceso correcto, la contestación indicada. Desconozco su naturaleza de halago, y mi agradecimiento se me pierde entre las rendillas de la suela de mis zapatos, con toda la mugre que he pisado. No sé si el trabajo de Mariana Reyes Angleró está “pasquinado” con insuficiencia o, simplemente, mero desgano. He hablado con los compañeros y escuchado sus opiniones acerca de la entrevista como tal, anterior a la publicación del reportaje, y creo que hay un consenso.Me narran que las preguntas que le hicieron parecían tornar al Pozo en un juguete infantilizado, enfocándose en edades, en estos “párvulos escritores”, que, por cierto, y cito (cita directa, por si acaso) “se toman [los flujos de palabras] muy en serio”. La Asociación es presentada como un cúmulo de muchachitos entre 19 y 23 años que escriben por divertirse, que intentan hablar grande, y le llaman a sus actividades “intervenciones”. La Asociación la vuelven tres personas, la muchachita parida en el Tapia, el muchacho del juego, y el otro, el que interrumpe con tono hostil e intenta hacer hincapié que deben ser cogidos en serio. Los otros, un Juan Luis, un Christian Ibarra, un Octavio Aurelio son suprimidos. No dicen nada bonito, así que se quedan sin mencionar. Octavio Aurelio, por ejemplo, ¿cuál es tu nombre? Octavio Aurelio. No, no, ¿tu nombre de verdad? Octavio Aurelio. ¿Y tu apellido? Es ese, Octavio Aurelio.Me sorprende la profundidad del reportaje, en cuanto a qué nos compone como grupo, a qué cosa miramos como tema, y lo digo sin ironía, pues todos estos temas los tuvieron que poner los entrevistados, para poder hablar de qué es la Asociación realmente. La periodista no buscaba eso. La periodista simplemente buscaba una anécdota de quien rompió fuente en el Tapia, de cuantos años tienen estos niños, de si escriben con crayolas o ya saben usar finger paints. No deseo sonar como una queja personificada, pero el sumo interés de la señora Reyes Angleró se puede ver en la eficiencia del cambio de fechas de nuestras actividades (o tal vez breve desliz), en el matrimonio entre la chica del Tapia y el joven del juego en una sociedad futurística feminista, que le da parto, tal vez en el mismo Tapia, a Xavier Lugo (creación imaginada).

Concluyo, porque hasta la “generación next” concluye, que fue un reportaje decente, a primera vista un buen escrito periodístico, eso no hay que dudarlo porque Reyes Angleró sabe escribir. Lo que si hay que cuestionar es cómo se llevó a cabo ese oficio periodístico, qué tan eficiente fue, y finalmente, el discurso con el que se escribió, y con el cual, sea intencionalmente o no, se nos intenta pasquinar.

Pasquinadores de versos

por Mariana Reyes Angleró
El Nuevo Día. Domingo 15 de abril de 2007. (La revista, págs. 32-33)
http://www.endi.com/XStatic/endi/template/nota.aspx?n=196924


Poetas inseparables de la tecnología, cansados de los discursos, las sutilezas y el panfleto.


“Mi mamá rompió fuente en el teatro Tapia”, cuenta Astrid Lugo, de 21 años, quien finalmente nació en un hospital de Santurce. El hecho de haber estado a punto de comenzar la vida sobre un escenario fue como una premonición de lo que iba a ser en el futuro. A los cinco años inventaba canciones mientras su madre tocaba un ‘pianito chiquitito’ en la casa. “Mi primer cuento lo escribí a los 12”, dice Astrid, virando los ojos hacia arriba como buscando en el pasado. “No me proponía escribir, era algo que simplemente sucedía”.

Y sucede, sigue escribiendo cuentos. Astrid pertenece a la Asociación de Escritores Universitarios, que agrupa a más de 20 estudiantes que crean poemas, cuentos, ensayos, guiones y obras de teatro. Se reúnen los jueves en distintos espacios de Río Piedras. La próxima “intervención”, como le llaman a sus actuaciones en público, será el miércoles 18 de abril, a las 12 del mediodía, en el lugar de origen del colectivo, la plaza Antonia Martínez, frente al Teatro de la Universidad de Puerto Rico. La Asociación tiene otros eventos en agenda: el viernes 20 de abril estará en la sede del COPI (Comité Piñones se Integra), una actividad tipo micrófono abierto, en la que cualquiera puede leer su trabajo literario.

El grupo empezó a reunirse el semestre pasado. Hicieron una actividad artística un mediodía. “Conseguimos un micrófono y empezamos a leer pequeños cuentos y poesía”, dice Xavier Varcárcel, de 22 años, otro de los miembros del grupo. Más tarde consiguieron que los dejaran entrar al vestíbulo del teatro. Allí siguieron ganando adeptos: primero se les acercaban estudiantes y luego algunos profesores. Finalmente el grupo decidió llevar la palabra fuera del recinto. Se han reunido en el Taller Cé, un espacio de difusión cultural en Río Piedras, y de allí han pasado a otros como Guajanas, donde leyeron sus trabajos el jueves pasado.

Durante el verano, los escritores serán los facilitadores de un taller de ‘escritura automática’, en el que usan juegos de palabras para escribir lo primero que se les ocurra en ese momento. La clase no será parte del programa formal universitario, pero sí una actividad de una asociación estudiantil oficial de la institución académica.

Según Xavier, hace más de 10 años que no existía un grupo formalmente inscrito como una organización de escritores universitarios. Durante todo ese tiempo, en Río Piedras y otros recintos, los escritores, especialmente los poetas, no dejaron de reunirse para leer sus trabajos. Muchos de esos encuentros eran en bares y otros espacios al margen de la academia.

Eso era antes del taller de narrativa de la profesora Mayra Santos Febres. Casi todos los artistas emergentes tomaron la clase con ella. Algunos tomaron el curso con los escritores puertorriqueños Liliana Ramos Collado y Ché Meléndez, en clases fuera de la Universidad, pero la mayoría de ellos tiene algún entrenamiento formal en las letras.

“Teníamos una necesidad de conectarnos”, dice Astrid sobre lo que les movió a crear la Asociación. Además de técnica, aprendieron a criticarse unos a otros, ritual que es parte de todos sus encuentros. No se limitan a las reuniones para opinar sobre el trabajo de los demás. El flujo de ideas constante se da en el blog del grupo, (elpozodetales.blogspot.com), y en correos electrónicos.

Hacen de todo. El lunes por la tarde salieron a pasquinar anuncios sobre su próxima actividad. Empezaron por uno de los pasillos de la Facultad de Humanidades. Graparon hojas sueltas en los tablones de anuncios, junto a mensajes de la Federación Universitaria Pro Independencia y el anuncio de alguien que vende la cuenta de un Mitsubishi Lancer. “La Asociación de Escritores Universitarios les invita a: ácimos, lectura de cuentos y poesía”.

Ácimos se llama el encuentro, como el pan que se hace sin levadura. Por nada en particular escogieron el término: es parte de un juego eterno con las palabras y el diccionario. Pero que quede claro que el encuentro con el azar no está exento de técnica.

Una vez terminaron de anunciarse en la facultad de Humanidades salieron a tomar las calles de Río Piedras. Era la una de la tarde. Hay que tener ganas de pasquinar para caminar por la avenida Ponce de León debajo de ese sol. Comentan sobre los pasquines que estaban en la pared, como los del teatrero Moncho Conde, que interpreta a Albizu Campos, y sobre las obras de grafiteros proscritos.

“Estamos comprometidos con hacer nuestro trabajo, con hacer algo bien hecho, cosas lúdicas, jugar con palabras”, dice Xavier. “Jugar no es la palabra correcta”, interrumpe Rubén J. M. Ramos Colón, estudiante de física y escritor, “la intención de romper la estructura de la escritura no es al garete. Entendemos que el azar es tan válido como cualquier otra cosa estudiada y meditada, escribir debe ser cotidiano”, dice.

“Escribimos desde un yo cansado de los discursos, del panfleto, de la sutileza de la poesía”, dice Astrid, al referirse a las cosas que no le interesan a los escritores de su generación. En la Asociación todos tienen entre 19 y 23 años. Estudian en distintas facultades y apuestan a la experimentación de diferentes disciplinas artísticas. Se aventuran a mezclar la plástica y la danza con la literatura.

Fue de los juegos de palabras -que se toman muy en serio- que surgió Pozo de tales, el nombre de su blog. Es una generación de escritores que creció con la tecnología. “Me inclino a pensar en un nosotros generacional que no tuvo tiempo para la tecnofobia ni peros para decidir por una innovación mediática a la hora de escribir. Para nosotros, los emergentes, la tecnología pareció haber estado ahí desde siempre; con ella la computadora y la red”, dice Xavier en la carta de bienvenida del blog. Para el estudiante de arquitectura, el medio es revolucionario por las posibilidades que le brinda a escritores jóvenes que no cuentan con acceso fácil a las editoriales.

El próximo proyecto del colectivo es llevar el trabajo a una revista impresa en papel. Piensan que el blog es esencial y una forma válida de publicar. En el pasado quedó la pregunta de cómo escriben: a mano, a maquinilla o con ordenador. La generación Next tiene clara su relación inseparable con la tecnología.


ACLARACIÓN: La próxima intervención se llevará a cabo el miércoles 25 de abril, en la plaza Antonia Martínez, frente al teatro de la UPR, Recinto de Río Piedras.

El próximo viernes 20 de abril tendremos una lectura de poesía, en formato open mic, en COPI, Centro cultural y Ecoturístico de Piñones. Para más información, escriba a aeu_upr@yahoo.com o llamar a COPI directamente; (787) 253-9707

martes, 10 de abril de 2007

Amurallados II


Día: Viernes 13 de abril de 2007

Lugar: Fundación Nacional para la Cultura Popular(Calle Fortaleza #56 (casi esquina Calle del Cristo), Viejo San Juan)

Hora: 7:30 PM

Open Mic / Micrófono abierto

domingo, 8 de abril de 2007

los tales en: ácimos

Bachillerato en Estudios Hispánicos o esperando una respuesta de Dios

Juan Luis Ramos


Ricardo Cardenales ya comenzaba a sentir el todo el peso de sus 28 años encima. Su vida, según él, era un verdadero fiasco. Se había casado con una mujer a la que no amaba, gracias al positivismo de una prueba de embarazo. “Maldita suerte la mía.” Se repetía incansablemente.

Su vida no era nada parecida a como se la imaginó al entrar a la universidad. Quería ser doctor en letras y ser escritor, pero sus sueños se esfumaron al no poder proseguir con sus estudios graduados, gracias al “castigo” de tener dos bocas más que alimentar; así que tuvo que comenzar a trabajar en lo que encontrara. Su bachillerato en Estudios Hispánicos lo ayudó a conseguir un trabajo en K-Mart. Lo que ganaba allí lo complementaba con el cheque de los cupones y con el plan WIC; no era mucho pero por lo menos le daba para vivir, no bien, pero vivía… sumergido en un mar de deudas, frustraciones e infelicidad. Pero su madre siempre se lo advirtió “¿Que tú vas a hacer con un bachillerato en Estudios Hispánicos?”

Ricardo Cardenales quería superarse, tenia esperanzas en una mejor vida. Por eso siempre sacaba un peso de donde no lo tenía para jugarse un numerito de loto, pero la suerte no esta hecha para los necesitados. También Ricardo era un hombre de fe, iba junto a su esposa e hijo todos los domingos a la iglesia. Buscaba en Dios una solución a sus problemas, una salida a lo que el llamaba, el laberinto miserable en el que se hallaba sumergido. Pero Dios nunca le dio una respuesta, ni tan siquiera una señal. Si no que como siempre acostumbra hacer, le jugó una pequeña broma; apagó la visión de su pequeño hijo.

Ricardo acostumbraba antes de irse a dormir ir a su pequeño librero, agarrar uno al alzar y leer un poco. Esa noche no fue la excepción. Agarró uno y noto que un marcalibros esperaba que leyeran aquella pagina. Fue a la pagina marcada y leyó…

“Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,la resaca de todo lo sufridose empozara en el alma… Yo no sé!

Las lágrimas comenzaron a brotar de los ojos de Ricardo Cardenales.

Y el hombre… Pobre… pobre! Vuelve los ojos, comocuando por sobre el hombro nos llama una palmada;vuelve los ojos locos, y todo lo vividose empoza, como charco de culpa, en la mirada.Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!”
- Cesar Vallejo


Se agarró el crucifijo que le colgaba del cuello y de un tirón lo arrancó. Entonces, sólo entonces comprendió que debía hacer algo con su vida, que no podía seguir esperando una respuesta de Dios.

viernes, 6 de abril de 2007

Dos

Sally Nieves


Intento suicida de una poesia desesperada

Te escribo sin palabras
como queriendo crearte
soledad del viento
indiscreción en letras mías.
Convertiré mi tinta en sangre tuya
las palabras nunca dichas
y escondidas en las esquinas.
Compondré el verso de tu mirada
todo un mar de huellas
para plasmarlas sobre la memoria.
Déjame tu carne
escondida entre mi pelo
la sal de tu boca
regada por mi cuerpo
haciendo el contraste
entre lo necesario y lo indispensable.
Conviérteme en lienzo
la excusa exacta
para romper las reglas
y
llevarme a cuestas
sobre tus verdades escondidas.
Hurga en mis esquinas
Arranca de mi piel
las palabras,
poesía o gemido
hasta manchar
tus manos con
lo que quede
de mí.



Menguante

Va desprendiendo
en voz arrugada
callosa
pedazos vacíos
membranas al ritmo del viento.
Va subiendo en la lozanía de tus labios
el témpano derretido
menguado
creciendo el volumen del eco
sintiendo cómo desgarra
más denso
más adentro.
Va la voz
tu voz
aquella voz
susurrando en las esquinas,
se va escuchando
y dando a luz
las aguas que van calando
las esquinas de mi boca,
susurrándose
hasta mi garganta
para ser de mí
voz
tuya.


Sally Nieves (Moussette) escribe por una extraña razón que aun ella no ha descubierto, y en sus intentos fallidos de inspiración artimística intenta descubrir sus raices verdaderas. Estudiante de Drama y Estudios Hispánicos, siente obsesión inmensa por los libros y los chocolates, los hombres y el juego de billar.

domingo, 1 de abril de 2007

3er intento (un cuento trágico de todos los días)

Astrid J. Lugo


Una mujer delgada de unos 32 años entra a su casa, aparenta haber llegado de su trabajo. Saluda a su perrito salchicha, suelta su cartera azul, y se percata que la puerta de su cuarto está semi-abierta (con la condición de obsesión convulsiva de su esposo, esto le parece muy extraño). Entra a su cuarto (como respondiendo acertijos) y sobre la “coqueta” encuentra una nota que lee;

Querida Rosita:
Vivir contigo nunca fue fácil, pero estábamos enamorados y así se dio. Verte despertar por las mañanas era mi droga favorita; tu piel tan blanca y desnuda, los lunares de tus hombros, tu pelo enmarañado estrangulando tu largo cuello, tus pies buscando abrazar los míos, y la media sonrisa justo antes de abrir los ojos. Era impresionante. Sí, las mañanas eran una delicia, todo contigo al principio. Pero entonces pasó el tiempo, y nos hicimos distantes. Tus ojos devolvían reflejos vacíos, y ya no buscabas el roce de mi antebrazo. Está bien, nunca pensé que duraría para siempre, pero tampoco esperaba que fuera tan desastroso. La decadencia iba de la mano con él. Desde que entró a nuestro hogar no me miras igual, a penas sonríes si se ausentan sus brazos; todo lo que él hace te parece gracioso, todas tus sonrisas son suyas. Me desespera la injusticia de que el último bistec de la cena le toque a él, el último beso, la última caricia, todo al fin y al cabo desemboca en su felicidad, ¿dónde quedo yo Rosita?; ¿Sabes que se llevaba mis zapatos al patio y los orinaba a propósito?, luego se escondía detrás de tus tobillos con la cola entre las piernas y su cara de ángel. Al principio a mi también me convenció su semblante de ingenuidad y desamparo, pero luego me di cuenta de sus maquiavélicas intenciones. Y es que no entiendes, Rosita, poco a poco “calixto” me ha quitado tu amor (lo peor de todo es que no necesitó a la Celestina). No puedo sacarme de la cabeza aquel día que te encontré abrazada a él dormida en nuestra cama, (él no estaba dormido, Rosita, el abrió los ojos y me meneó la cola burlonamente). Quizás te parezca que exagero, pero no es así. Lo único que he hecho es amarte, y a medio tiempo, soportarlo a él. Siento mucho lo que te estoy haciendo, pero no tengo otra salida, no puedo compartirte con él, no quiero limpiarle la mierda por las mañanas, ni bañarlo los fines de semana (tampoco quiero verte a ti haciéndolo). Esta es mi carta de despedida, me mato, y es por su culpa. Espero que los perros no lleguen al cielo Rosita, allí estaré para ti siempre.
Tu amado, Felipe.”

Rosita abre los ojos como “pesca’o de frizer” - “¿Felipe, dónde estás?!”. En ese momento, calixto, el perro salchicha del demonio, entra al baño y comienza a ladrar. Rosita entra corriendo sin saber qué esperar de la próxima escena. “¿mi amor?”.
Ve el cuerpo de su esposo tendido en el suelo del baño, busca rastros de sangre, potes de pastillas, pero nada, sólo el tubo de la cortina de ducha se había caído, y su cuello seguía atado a una media nylon color negra. “Felipe, mi amor, ¿todavía estas vivo?” Cuando abre los ojos lo primero que ve es a calixto, ladrándole como de costumbre. Felipe esta llorando, ya es la tercera vez en una semana y no lo logra.