sábado, 5 de mayo de 2007

La prospección de los altares, un brindis por aquellos que se suman a la estadística sin considerarla una señal de lo que es una estructura ineficaz.

Rubén Ramos


Sobre arroz
vuela la paloma
picoteando un aguacero.

El hambre
suspira por la felicidad
de quienes la mesa
hace pares.

Frente a ellos
una vez mas
un plato vacío
que espera
la prosperidad de los clavos
y que no germine
en alguna cerradura
como maleza
la cara enterrada del miedo.
Un golpe,
luego a lo lejos una campanada.

Se abre la puerta.

Una lágrima va a galope
sobre la espalda
de un coche
que abre sus puertas.

Decidida avanza,
arrastrando
la mugre de los otros
en su camino.
Con su vestido
Recoge los escombros
de las princesas
con vestigios de barriga.
Los juglares como pingüinos.
Las reinas
permitiendo que otra
más se sume a su sombra.
Una corte obsoleta
asume
la cercanía como suya
dándole matices de ternura
a lo que supura
la proximidad de la noche
entre gemidos.

Adentro se depara el tiempo
Como una fábula.
Afuera
una idea
registra
entre sus dedos
escapar.

Un brillante
se sostiene nervioso
en las manos
de un sepulturero
con una promesa
cuyo domicilio
lo concibe
un blanco sin significancia
por siempre sostenido
sobre granos que llueven
de entre las alas de una cigüeña
que celebra embriagada
con sonrisa de almendra
la igualdad de sus errores.

Tres pisos azucarados,
un corte para darle de comer de su mano.
Cómanse los dedos,
digieran su ingenuosidad
hasta que caguen los huesos.
Después fidelidad
a los círculos concéntricos
que el estomago retiene
para que compartan el mismo eje
en su desdicha intestinal.

Frente a ustedes
otro plato vacío.
El hambre
se mantiene persuasiva.

2 comentarios:

Xavier Valcárcel dijo...

Adentro se depara el tiempo
Como una fábula.
Afuera
una idea
registra
entre sus dedos
escapar.

Ana María Fuster Lavin dijo...

después de todo vivimos en un buffet para caníbales.

Extraordinario poema