lunes, 18 de junio de 2007

Faustino y el cielo

Sergio C. Gutierrez-Negrón

Faustino jamás había volado. Para él, el cielo era algo ajeno. El cielo estaba muy lejos. Demasiado alto para alguien de su estatura.

Faustino era un enano y un vendedor de impresoras. Había salido del país sólo en asuntos del trabajo. Había ido a Cuba y a las Islas Vírgenes. Una vez fue a América del Sur. Siempre en bote, nunca en aire, porque recuerda: Faustino jamás había volado.

En Abril del dos mil, dejó de vender impresoras y decidió comprar un pasaje de avión para la Argentina. No sabía por que había escogido ese destino, pero así lo hizo. No tenía amistades, ni tenía familia real. Era un enano solitario.

Vender impresoras había sido su vida. Jamás pensó que su trabajo terminaría. Ahora, en las mañanas, miraba al cielo. Seguía ajeno. Seguía demasiado alto. Estaba horas frente a su casa observando el cielo. Los vecinos pasaban por su lado, y confundidos dirigían su mirada hacia el cenit. Nunca encontraron lo que Faustino miraba. Para ellos, el cielo era común. Para ellos, el cielo estaba cerca. Para ellos, el cielo era sólo el lugar donde volaban los aviones de camino a Disney. Para Faustino, que jamás había volado, el cielo era libertad.

El día que Faustino iba a volar por primera vez, sufrió un infarto. Sus maletas cayeron a su lado y su pequeño cuerpo azotó contra el suelo del aeropuerto. Desde la ventana del hospital, pudo ver el avión huyendo sin él. Cada vez que cerraba sus ojos recordaba sus mañanas mirando el cielo. En las noches, soñaba con vender impresoras.

Faustino era un enano de treinta y dos años cuando tuvo su infarto. La mañana después, supo que no llegaría a los treinta y tres. Le tomó varios días salir del hospital. Compró otro pasaje, esta vez hacia España, y se preparó para viajar. En su estadía en el hospital, hizo amistad con una enfermera. Tenía cuarenta años y tres hijos. La llamó sólo para decirle que volaría. Ella, una mujer depresiva, decidió acompañarlo. El día después, compró un pasaje para España, y una impresora. Faustino, aunque la encontraba repugnante, le cogió cariño.El veinticuatro de mayo, cuando saldrían para España, la mujer de cuarenta años, y tres hijos, decidió suicidarse. Faustino tuvo que organizar el entierro. Sus tres hijos habían desaparecido. Desde la ventana del funeral, Faustino vio el avión partir para España.
Faustino no sentía cólera. No culpaba a nadie. No creía en el Destino, ni creía en Dios. La próxima noche fue a beber en un bar. Bebía vodka. A Faustino le encantaba el Vodka. Una mujer le pagó un trago. No todos los días lo invitaban a beber. La miró a los ojos y supo que para ella el cielo también estaba cerca. Esa noche, Faustino compró un último pasaje de avión. Esta vez, volaría a Chile. Faustino organizó todas sus cosas. El siete de junio se iría para Santiago.

Las tres mañanas que le precedían, las pasó mirando el cielo. Los vecinos lo miraban confundidos, y elevaban sus miradas al cenit. Al ver que no había nada, se largaban sin decir una palabra.

El día antes que Faustino volara, se le acercó la nueva vecina del piso donde vivía. Le preguntó qué observaba. Y él le contesto que observaba el cielo. Esperó por varios minutos que ella, como el resto, se largara. Pero no lo hizo. Se sentó a su lado, en silencio, y se quedó mirando las nubes.

Faustino se fue sin decir una palabra. Subió a su cuarto y la observó desde la ventana. Tres horas después, volvió a asomarse y todavía estaba allí mirando su cielo.

La mañana siguiente, Faustino salió con su maleta y encontró a la vecina mirando las nubes. Intentó alcanzar, con su mirada, el punto que ella miraba, pero no encontró nada.
- ¿Qué observas?- le preguntó él.
- El cielo.- contestó ella. – Ya te entiendo.
- Lo dudo.
- El cielo es libertad.- dijo, como en un susurro. – Está tan lejos… tan alto…
- El cielo es vida.- Dijo él, y decidió irse.
- El cielo es muerte.- Susurró ella. – Tú y yo somos demasiados pequeños para llegar al cielo. El cielo es muerte. El cielo es soledad. El cielo es la libertad más horrible que podríamos conocer.

Faustino la miró como jamás había mirado a alguien. La odiaba, pero ella entendía. Su cara se desfiguró y le dio una sonrisa. Ella se la devolvió y puso, otra vez, su mirada al cielo. Estaba perdida en él. Le sorprendió que ella, en menos de un día, hallase en las nubes aquél secreto que todos, hasta la genética, le habían prohibido. La envidiaba.

El siete de Junio, a las 3 y 30 de la tarde, Faustino puso sus pies en el avión. Se acomodó en su asiento. Guardó sus maletas, y miró por la ventana. Estaba ansioso por que despegara el avión. Se abrochó el cinturón, ignoró a la azafata, y pegó su mirada en el cristal. Sintió el pájaro de acero cobrar vida. Sintió el pájaro de acero comenzar a tomar vuelo; justo en el momento en que el avión entró al dominio del cielo, la cabeza de Faustino achocó contra la ventana. Estaba muerto.Faustino jamás había volado.

Tenía treinta y tres años y lo único que hizo en su vida fue vender impresoras.

5 comentarios:

Ëthel dijo...

Me encanta, me parece muy cruel y está muy bien escrito, como todo lo que escribes Sergio... sin embargo, todavía lo imagino como letrillas blancas al pie de una pantalla negra, como los subtítulos de una película de detectives. Pero eso me gusta. ;)

Astrid J. Lugo dijo...

Esta muy bn Sergio, aunque no entendí bien la muerte de Faustino, pero bueno... ;)

Malva Marina dijo...

QUE BELLEZA MAS CASTIGADORA SERGIO, SON UNAS LETRAS CRUELES PERO ESTAN TAN BIEN ESCRITAS QUE ME LLEGARON!

edmaris dijo...

ME PARECE FANTÁSTICO, SE ME PARECIÓ A PELÍCULAS COMO ADAPTATION O MAGNOLIA, DE ESAS SIN MÚSICA DE FONDO, QUE SON LENTAS Y TERRIBLES. SÓLO UNA OPINIÓN; FAUSTINO DEBE VIVIR EN UNA CASA, NO EN UN APARTAMENTO PARA QUE LES SEA MÁS FÁCIL A LOS VECINOS MIRARLO MIRANDO AL CIELO.

Rafael dijo...

Me encantó tu cuento. Como dicen los otros en sus comentarios fue cruel pero de eso se tratan esta clase de historias me imagino, verdad? De enseñar, mostrar lo que no muchos ven. Para mi fue comico el hecho de que Faustino no lograba entender las señales de que el cielo para él era la muerte. A pesar de todo, admiro su determinación. No se si Faustino sabia que iba a morir si lograba volar pero si lo sabia, lo admiro mucho mas. Estuvo dispuesto a morir por su deseo, por lo que él queria. Quiza esto no haya sido lo que planeabas comunicar pero fue lo que interpreté.